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jueves, 29 de noviembre de 2012



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Pensé en él. Deseé con todas las ganas del mundo estar con él en algún camión tomando el primer destino y viendo la ventanilla. Simplemente estar con él y verlo a través del efecto que me produce su sonrisa   y después salir a la calle, a algún parque y decirle tranquilo cielo, yo te te quiero. 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Adaptación.

Y de pronto quedé en frente de sus ojos. Joder. El tiempo que estaba envuelto en papel de regalo se había ido a otra parte. Entonces los días empezaron a ser diferentes. Me empecé a sentir así, como en un juego mecánico  La vida se convirtió en eso, en un abrazo con olor a un cásate conmigo. 


lunes, 20 de febrero de 2012

Caminata SCOUT por los Tuxtlas







 En la mañana del sábado 28 de agosto de este año, comencé una caminata guiad, por el experto Pedro Gonzales Angulo  por uno de los lugares más bellos que eh podido apreciar; La región de los Tuxtla, en el estado de Veracruz.



En la madrugada,  despertando con las expectativas de un gran día, llegue a la estación de autobuses de Acayucan, Ver, en compañía de mis jefes y hermanos del movimiento scout. Tomamos un camión que nos llevaría  a San Andrés Tuxtla. El camino hasta allá fue muy tranquilo, pequeñas comunidades me mostraban en segundos su humilde forma de vida.

Dormí un rato para poder estar bien durante el resto del día. Me desperté cuando faltaba un poco para llegar a Catemaco, pasamos por vueltas y más vueltas hasta que resulte un poco mareada, y enseguida pude ver un hermoso panorama; La laguna de Catemaco, que es en realidad un lago formado por erupciones volcánicas y las fuertes lluvias. Es realmente grande y la niebla de la mañana que cubría gran parte de las montañas circundantes de la laguna, le daban un toque de misterio.

No  mucho tiempo después, con el amanecer en mis ojos, llegue a San Andrés Tuxtla un de los 9 municipios que integran la región. Esta pequeña ciudad se formó por los indígenas desplazados por las erupciones volcánicas y actualmente es una ciudad de estancia, porque queda entre dos puertos y es un buen lugar para turistear. Tuve la fortuna de poder ir en la ventanilla así pude observar con mayor cuidado y asombro la pequeña ciudad; Gente yendo apurada a trabajar, negocios abriendo, jóvenes en distintas direcciones y detrás de todo eso, réplicas y réplicas de hermosas casitas con perfecta arquitectura datas del siglo XlX, con balcones, arcos, tenues colores  y justo en el centro, como dándome la bienvenida, una majestuosa iglesia, que alzaba sus pulcras paredes blancas y dentro de ella finos candelabros que colgaban delicadamente
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Después de un rato de caminar,  me encontraba ya en las faldas del cerro del venado,  era ahí pues, 
donde acababa el pavimento y empezaba la tierra, donde terminaba lo cotidiano y comenzaba lo maravilloso.
 En todo este tramo gente que empezaba su jornada subía y bajaba el cerro unos caminando otros en sus caballos cargados de algodón ,maíz o tabaco y nos saludaban con la tranquila alegría de estar acostumbrados  a visitantes foráneos. 
A una hora de camino tomamos el primer descanso, me senté en la tierra húmeda para sentir que era parte de todo eso,  un poco de agua y 5 minutos fue más que suficiente, mis ansias por subir eran tales como para esperar. Tomé mi pesada mochila y continúe. Delante de mí se prolongaban curvas y más curvas, subidas  y descensos. Y me fue inevitable voltear, detrás de mí, muy a lo lejos  se alcanzaba a ver la majestuosa iglesia de bellos candelabros. Y seguí caminando, internándome más a la vida que respiraba ahí.
El suelo era fértil, húmedo, lleno de vida, tropezaba con piedras, esquivaba las plantas en mi camino y me detenía a recoger las flores, solo las que el viento había tirado, para no dañar nada.  Mientras más avanzaba la vegetación se hacía más densa a mis lados, al frente, por todas partes. Mi guía desde el principio hizo énfasis en la abundante vegetación, dijo que se pueden encontrar alrededor de  943 especies diferentes, y vaya que lo creo, me detenía cada dos segundos a ver cada hojita de cada árbol.


Después de seguir un largo trecho caminando oí un relajante ruido, como agua cayendo. Mi guía se desvió del camino marcado, yo lo seguí con curiosidad.  Moví dos ramas que obstruían mi vista, y ahí estaba un pequeño arroyo que se movía pronto por entre las lisas piedras. El solo verlo me refresco y me hizo desear ser uno de los pececitos naranjas que nadaban despreocupados  en él, sin pensarlo me quite los zapatos y salte de roca en roca siguiendo el apresurado rio  que  serpenteaba, rodeaba un árbol y luego  se perdía, para volver a visualizarse de nuevo  más adelante y con más fuerza, y justo ahí , debajo de mí, cubierta casi por vegetación, una cascada, el agua caía enérgica, golpeaba las piedras  y producía  ese ruido, ese vibrante sonido, el sonido que me llevo hasta ahí, justo al borde de la belleza. 


Con el sol justo arriba de nosotros seguimos nuestro camino, más árboles, mas vida, mas animales, mas camino...



Pase por plantaciones de tabaco que se extendían un largo trecho. Pude imaginar que esas plantaciones tienen ahí años, pues hace 200 años Cubanos y Europeos sembraron lo que hoy es la base económica de San Andrés,  su fuente principal de trabajo. Me detuve un par de minutos para fotografiar   y continúe.

Cerca del mediodía, con 8km aproximadamente de camino, llegamos a la reserva ecológica de venado, que tiene entre 18 o 23 hectáreas y se creó en el 2008 para cuidar las especies que ahí habitan.  Mi guía se detuvo un momento a hablar con los policías que cuidaban, al instante ellos hicieron una seña y pudimos continuar.






  Era una pendiente muy empinada, con escalones pequeños y difíciles de subir, 500 escalones para ser exactos. Mis piernas estaban cansadas pero eran mandadas por la excitación que sentía de estar tan cerca de la cima. Con nosotros  subió un grupo de extranjeros, que miraba con igual asombro las tortugas, venados, mapaches y los numerosos halcones, águilas y buitres que volaban en los valles de las colinas circundantes.  El aire se me iba, me sostenía de los barandales de madera, pero eso no evitaba que gritara eufórica al ver cada uno  de los animales.








Tarde 15 minutos en subir, llegamos a la cumbre, donde se alzaba orgullosa una bandera de México. Avente mi mochila y corrí al punto más alto extendiendo los brazos,  no tenía idea de lo que había subido, hasta que quede ahí, inmóvil, pequeña,  insignificante. Permanecí ahí, a más de 650 metros de altura, respirando de la tranquilidad que solo en tales lugares se pueden respirar. 
Observe mejor, y la cuidad a lo lejos ya no se veía bien, al rededor el Volcán de San Martín,  la Sierra de Santa Marta, el Volcán de San Martín Paja pan, pues es que la sierra de los Tuxtla es de origen volcánico. Me acosté en un tronco a imaginar  el lejano oleado de las playas cercanas;  Montepío y Roca Partida.
Permanecí ahí una hora, admirando la belleza, sintiendo la energía de encontrarme tan alto, mirando el pasto, y las hormigas.

A la 1:30pm  baje, la verdad no quería bajar, pero tuve que obedecer,  pase por los mismos lugares y me sorprendí con las mismas cosas.

Al estar  a la mitad del descenso, tomamos otro camino que nos llevaría a la laguna encantada. La entrada era un túnel natural formado por la vegetación que crecía frondosa y se enrollaba el los arboles. Pasar por ahí fue realmente  difícil, la tierra parecía estar seca, pero guardaba mucha humedad y más de una vez caí descendiendo por la inclinada pendiente.
Llegué,
 era como un espejo de agua azul verdosa, mágica, misteriosa, inmensa, rodeada completamente de árboles, como en secreto.
 Para pasar alrededor de ella hay que hacerla pegada a los arboles pues el espacio para caminar es de apenas 30cm. En las orillas hay modestos eh improvisados barcos hechos de troncos amarrados para la pesca.




 En ella la vida se desborda, en el aire con aves residentes y en la laguna con la mojarra o el topote. Un árbol caído me permitió estar más cerca de la laguna, y pude ver en ella el mundo que se reflejaba atreves.


 Pregunte a mi guía porque recibía el nombre de "laguna encantada", 
 es que en temporada de mucha lluvia, baja su nivel de agua, y cuando hace mucho calor sube, también  es que en temporadas de frio casi todos los peces aparecen misteriosamente muertos sin razón aparente. Además porque decenas de buzos han intentado llegar al fondo de la laguna, pero nadie ah podido.

Pero yo creo que también recibe ese nombre porque al ver la hermosura de la laguna, quedas encantado.
Seguimos por el estrecho camino de la laguna, después ya de estar unos metros lejos de ella, entre árboles y rocas resbalosas  llegamos a un nacimiento de agua cristalina, tan transparente que puedes ver el fondo, llenamos nuestras botellas de agua fría, descansamos un tiempo. Yo me preferí recostar boca abajo de manera que el agua tocara mis labios. Alcé la mirada y  a tras del agua se alzaba una pared de piedras y árboles, ahí era nuestro próximo destino.


A eso de las 3 de la tarde tuve que levantarme  y  continuar por un  camino totalmente de piedras, con musgo, resbaloso, para subir  tenías que utilizar ambas manos y piernas, nada me había parecido más difícil antes en la caminata, pero lle1gar hasta arriba era mi meta, me ayudaba con las raíces y los árboles y con mis compañero. 100mts arriba  y mucho esfuerzo después, llegue a “La cueva del diablo”, era una entrada de 4mts y el espacio plano para poder estar ahí era de la  misma dimensión, en el piso cerca de la entrada  había velas rotas, estatuillas y otras cosas religiosas, y un fuerte olor a azufre  envolvía el entorno, se debía al excremento de la gran cantidad de murciélagos que viven en la cueva. Esa cueva es utilizada por chamanes y brujos que van ahí a hacer sus rituales y ofrendas, principalmente el primer viernes de marzo, es cuando personas de todo el mundo la visitan.  No me permitieron pasar mas de unos cuantos pasos,  y realmente a pesar de ser la primera cueva que conocía, mis ganas de entrar no eran muchas.  Dicen los que han entrado que la cueva se extiende varios kilómetros y que es muy huméda, que algunas partes tiene estalagmitas y tragaluz,  y que las  velas se apagan por el poco oxigeno que alcanza a entrar a la cueva.
Después de tomar algunas fotos y platicar un rato en la entrada de la cueva, bajamos por la pared de rocas llenas de musgo, la única manera de bajar era ayudándose en cadena.
Al terminar de bajar, seguimos de nuevo el mismo camino pero ahora de regreso, me sentía bien, al pasar por los lugares que ahora ya conocía y me habían provocado especial fascinación, lugares ocultos, misteriosos, mágicos, de Veracruz, que disfrute entre amigos, entre risas y esfuerzos. Lugares en lo que no se duda si volver a  ir o no, lugares a los que te quieres ir a vivir.
Pasé por el manantial de agua cristalina, la laguna encantada, las plantaciones de tabaco, el cerro del venado y con un hermoso atardecer se despedían con un tinte de “hasta luego”.
Regrese a San Andrés y en un acogedor asiento, rodeada de mis hermanos, con 20km atrás, mil imágenes que guardo hasta ahora y más de  una historia que contar, esperaba con algo de cansancio un autobús  que dijera “Acayucan, Ver”….